Ya que ayer mencionábamos al cerdo de Terry vamos a hablar hoy del verdadero talento de la familia: su señor padre.
BOB RICHARDSON no cogió una cámara hasta los 35, sufría de esquizofrenia, trabajar con él dicen que era poco menos que una pesadilla... pero Bob era un genio.
Se me cae el alma a los pies cuando veo lo poco que se encuentra de la obra de este hombre por internet, una sesión de fotos con la Jovovich, esa modeli maravillosa que un día decidió hacer cine y que salvo matar zombies, teñirse el pelo de naranja o aparecer en aquella mierda infumable de Wim Wenders llamada "The Million Dollar Hotel" lo único destacable que tiene en su filmografía es a una Juana de Arco posmoderna en la que una recauchutada Faye Dunaway como Yolanda de Aragón descubría al mundo que allá por el SXIII ya existía Corporación Dermoestética.
Dicen que cuando se estrenó, en la tumba de Bresson se oían gritos.
Aparte, unas cuantas fotos con la gran Anjelica Huston y poco más.
Pero al lío que se me va; poco material que poner en el post de hoy, pero aquel que llegue al final descubrirá una joya maravillosa, una de las mejores campañas de publicidad que se han hecho nunca (así que avisados estáis). Vamos allá! :
Hombre por favor, por favor, mira aquí que bonito todo!!!: Bob, Anjelica, el pequeño Terry y el perrucio Lucky mostrándole a Bruce Webber el estilo con el que forjar su carrera y conseguir un fortunón:
Se ve que el niño ha heredado el gusto de su padre por fotografiarse con sus modelis y después zumbárselas:
LA JOYA DE LA CORONA
Una campaña de publicidad impresionante realizada en los 70´s para Valentino en la que la Huston se nos aparece majestuosa acompañada de un marica nazi estilo Helmut Berger en unas fotografías que si hacéis click encima se verán en su máximo esplendor porque nadie con un mínimo de sensibilidad debería renegar de guardar esto en alguna carpeta de su ordenador. Oro puro señores! (que en el culo tengo flores!):
coño!
ResponderEliminarque chulada de fotos. Me encnata la de anjelica huston!
ResponderEliminarUn abrazo,
Jose