Muchos se sorprenden con mi adoración por el cine clásico y silente, algunos se atreven a preguntarme el porqué y yo siempre respondo lo mismo: artificio, planos pensados al milímetro y, sobre todo, unos profesionales con unas inquietudes artísticas infinitas que lejos de descuidar el negocio no por ello dejaban de ser conscientes que el cine era un arte mayor: