miércoles, 16 de noviembre de 2011

Fotógrafos : CUENTOS DE TOKIO.


Bueno pues corramos un estúpido velo acerca del tema plagio del post anterior  (hay que jincar más y sacar toda esa inquina que llevamos dentro o, en su defecto, si la cosa nos pilla cansaos, tirar un par de huevos desde la ventana a algún despreocupado transeúnte. Se queda uno como Yves... Podéis verlo al final del mismo y en los comentarios, que sé que os puede el morbo y ya os veo clickando como posesos.)

Así que hoy vamos a seguir plagiando, ya que las fotos que ilustran el post están sacadas de 100 blogs, tumblrs y lupanares varios y seguramente haya alguno del que se hayan robado sin ningún tipo de remordimiento hasta una veintena de fotos. Uno, que ni se acuerda (ni quiere) de todos y cada uno de los sitios que ha visitado, pues como que se la trae al pairo mencionar todas las fuentes, así que prosigamos. Ahhh, y otra cosa, ninguna la he hecho yo, quien se crea que tengo a mi señora embadurnada de polvos talco hasta la chirla para darle aspecto de geisha posmoderna y montarme una sesión chula, se equivoca.

Todas las fotos pertenecen a SERGE LUTENS.

Es que ya lo decía Ramón Sánchez Ocaña: Más vale prevenir.

Pero vayamos a cosas más importantes y centrémonos en el bueno de SERGE:

Lutens es peluquero, maquillador, diseñador de moda y joyería, ilustrador, cineasta, fotógrafo, consultor creativo y perfumista. Se rumorea que también ha sido trapecista, sesador de pollos e incluso hay gente que afirma que le ha visto ejercer de felatriz, pero no hay pruebas gráficas.

El caso es que nace en los años 40 en el seno de una familia obrera francesa, lo que quiere decir que sus referentes estéticos no debían pasar de un póster de la Signoret en la habitación de sus hermanos mayores, el cual ayudaba a que estos descubriesen su cuerpo en desarrollo.

Sea como fuere a los 14 años entró a trabajar en una peluquería y allí descubrió su interés por el volumen y las tres dimensiones. Total, que mientras peinaba a las marus del barrio algo tuvo que hacer más que cardar, permanentar y poner mechas para que a la tierna edad de 20 añitos entrase a trabajar en VOGUE como maquilllador, diseñador de joyas y peluquero y colaborase con gente como Avedon, Penn o Bob Richardson.

A los 27 Christian Dior llama a su puerta para crear sus líneas de cosméticos, en la casa Dior estará 13 años, años en los que su talento se dispara, sobre todo al realizar por motivos laborales una serie de viajes a Marruecos. Allí, entre morapios y olor a curry, se empapa de sus colores y los trae de nuevo pa casa (plagiando morapios, será cabrón!)

Y entonces llega la eclosión! Shiseido le dice que se deje de maquillajes ñoños y que se vaya con ellos pal Japón, nombrándole director creativo de sus campañas. Lo que realiza Lutens para esta gente es algo nunca visto hasta entonces: colores cegadores, influencias circenses, del origami, de las geishas o de artistas como Seurat, Picasso o Modigliani. La gente flipa y Lutens gana Leones de Oro en el Festival de Publicidad de Cannes como el que gana perritos piloto en las fiestas de su pueblo.

A mi me encanta, ver como en los tiempos en los que el Fotochó no existía se podían hacer cosas tan acojonantes de manera artesanal a base de collages, montajes de diferentes planos o iluminaciones, hace que uno se replantee muchas cosas. Unos trabajillos suyos pa que me entendáis un poco:


Sin embargo donde él se siente más a gusto es en la elaboración de perfumes. Perfumes extraños que cuentan con 20 ingredientes frente a los 200 de uno de carácter comercial. Pues el pasa tres kilos de todo y va a lo esencial.

Se diferencian en dos líneas:

1. Fragancias complejísimas y difíciles de entender, cero comerciales y que van dirigidas a un público elitista y que solamente se pueden encontrar en París (los frascos que son en forma de campana)

2. Otra serie más cercana al público, aunque para nada fáciles, en frascos rectangulares adornados con una simple etiqueta con el nombre (estos se pueden encontrar en El Corte Inglés).

He tenido la suerte de oler unos cuantos y son extraños pero atrayentes, eso si, te quedas embobado con la delicada simpleza y la elegancia de sus frascos:


Y como los grandes no pueden (no deben) caer en el olvido, de vez en cuando alguna campaña se acuerda de gente como Lutens y les homenajean como se merecen. Así que aquí dejamos esa campaña que realizó en su día el fotógrafo Patrizio di Renzo para la marca de joyería Majo Fruithof.

Patrizio, si algunos ven plagio, no te preocupes. Ellos lo hacen peor y eso como que jode (o simplemente ni lo hacen). Tú acuérdate de ese gran discurso que se marca Anton Ego al final de Ratatouille y sigue disfrutando de tu éxito: 

“En muchos sentidos, la labor de un crítico es sencilla. Arriesgamos muy poco y sin embargo disfrutamos de una posición privilegiada sobre aquellos que ofrecen su trabajo y su persona a nuestro juicio. Prosperamos gracias a la crítica negativa, la cual es fácil de escribir y leer. Sin embargo, la amarga verdad que debemos enfrentar nosotros, los críticos, es que en el gran orden de las cosas la la pieza promedio de basura es más significativa que la crítica que la califica de esa forma."

Amén Antón, amén.


califica de esa forma.

4 comentarios:

  1. Ni quiero imaginarme las horas de maquillaje de la sesión de di Renzo.
    Una aclaración plis, las fotos e ilustraciones del principio del post el autor es Lutens exclusivamente u otro artista??
    Mercis!!!

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  2. Me parece vergonzoso que el Lutens este se dedique al pseudoconstructivismo para el lujo. O sea, qué fuerte.

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DI ALGO COÑO!